lunes, 27 de abril de 2015

Crónica de un hincha apasionado.


Alianza Lima no logró el título del Torneo del Inca pero demostró tener la hinchada más fiel del fútbol peruano. Durante la semana los seguidores íntimos formaron largas colas para obtener una entrada para la final, algunos hasta madrugaron para acompañar al equipo de sus amores y otros, lamentablemente, no lograron conseguir una. 


Los alrededores del Estadio Nacional desde el medio día se preparaban para vivir la fiesta que seria la tarde-noche del domingo. Hombres, mujeres y niños vistiendo con orgullo los colores azul y blanco. Una vez superados los controles de seguridad y al pisar las gradas del remozado coloso de José Díaz el corazón se agitaba y el nudo de la garganta se desataba para gritar con fuerza "Vamos grones, vamos a ganar..."

Cerca de las 5 de la tarde el estadio ya estaba lleno, la marinera norteña sonaba con alegría, las porristas victorianas ponían la cuota de belleza y el Comando Sur empezaba los canticos a todo pulmón.

Cuando salieron los equipos al terreno de juego, con este nuevo protocolo de salir juntos y saludarse, el estadio simplemente estalló y me trajo a la memoria los comentarios del argentino Fernando Niembro aquella noche del baile a estudiantes, "El estadio era una caldera". 

Los primeros 20 minutos fue un bramar único por la presión que impuso Alianza Lima, el gol que avivaba esperanzas de un nuevo título y simplemente porque somos Alianza Corazón. Después de eso el aliento fue constante, más aun luego de cada gol en contra y sobre todo el final del encuentro, cuando no importaba el dolor de la derrota y con mayor emoción se gritaba desde las cuatro tribunas "...a pesar de todo cada día te quiero más"             

      

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