En el Torneo del Inca se quedó la presión
asfixiante y el juego vertiginoso que hizo de Alianza Lima el mejor de la
primera parte del año. Con las celebraciones de ese título parece haberse
mojado la pólvora de sus delanteros y vemos cada vez más lejos la posibilidad
de repetir la gloria en el Apertura.
Se requería de un triunfo para
lograr el envión anímico que pudiera ponerlo nuevamente en la brega por la
punta pero solo pudo resistir ocho minutos. Minuto fatal de desatención, en el
fondo dejaron pensar a Ruidiaz y selló el marcador de forma temprana.
Buena parte de la primera mitad
fue dominada por los cremas. Las bandas, juego aéreo, balones divididos todas eran para
los de Ate; el único que buscaba proponer con algo de confianza era Gabriel Costa
(uno de los pocos que elevó su nivel en el clausura).
Mauro Gevgeozian tuvo una noche de
terror, peleado con el balón, tropezando más de la cuenta y utilizando las manos
indebidamente en todas las jugadas.
En la segunda etapa se buscó
igualar el marcador pero el libreto fue aprendido por la defensa rival que no
se cansó de despejar los centros al área y cuando los blanquiazules estuvieron
a tiro de gol siempre encontraron a Carvallo para arruinar las intentonas
grones.
Sanguinetti no encuentra la solución
y en la banca tampoco hay mucho vara revertir esta difícil situación que el
mismo profe califica “sin margen para el error”.
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